Los efectos de la pandemia afectaron a todas las economías del mundo, generando menores ingresos e incluso pérdida de empleo, lo que ha impactado en un menor envío de dinero por parte de compatriotas a sus familiares en el país. Pese a todo se registró una leve caída de 1,6% a nivel global, pero en cambio los envíos a Latinoamérica mostraron un alza de 6,5% con respecto al año anterior, mientras que Paraguay registró una tendencia negativa, con una caída de 2,4%, según un informe del Banco Mundial.
“El flujo de remesas mantuvo una resiliencia en 2020, registrando una caída más leve a lo proyectado inicialmente. Las remesas registradas oficialmente hacia los países de ingresos bajos y medios sumaron 540.000 millones de dólares en 2020, sólo un 1,6% por debajo del total de 548.000 millones de dólares de 2019”, indicó el Banco en un reporte publicado este miércoles.
En el mundo, el país que recibe más remesas es India, seguido de China, México, Filipinas y Egipto. En cambio, si se toma en cuenta lo que representan estas remesas en relación con el Producto Interno Bruto (PIB), los cinco países donde este flujo es más importante son Tonga, Líbano, la república de Kirguistán, Tayikistán y El Salvador.
Caen remesas desde España
En el análisis de los envíos de remesas a la región se ven dos tendencias muy distintas: las de los migrantes asentados en Estados Unidos que mantuvieron sus transferencias y la de los emigrados a España o a otros países de la región que restringieron las ayudas.
El Banco Mundial explicó que una de las razones es el paquete de estímulo implementado por Estados Unidos, ya que en este país muchos migrantes tienen estatutos legales que les permiten trabajar y recibir las ayudas del gobierno. Un caso a destacar, según el Banco, es el de México, donde la crisis pareció no tener efecto en el flujo de las remesas que entraron.
Los envíos registraron un alza de 9,9% en 2020, un aumento que según el Banco se debe a la aguda depreciación del peso frente al dólar en los primeros meses del año pasado. México recibió en 2020 unos 40.606 millones de dólares por remesas según cifras oficiales mexicanas, monto que permitió a las familias resistir el golpe económico del coronavirus.
El monto promedio por envío subió hasta 370 dólares mensuales en 2020, según el banco central Banxico, que reportó que en marzo pasado las remesas tocaron un récord histórico de 4.151 millones de dólares. En el caso del dinero enviado a México el incremento también se explica por el hecho de que muchos trabajadores están empleados en sectores considerados esenciales en Estados Unidos y se mantuvieron trabajando durante los confinamientos.
En el caso de España -que alberga a un 10% de los migrantes latinoamericanos- los envíos cayeron un 16% en el caso de Bolivia, un 12,4% en el caso de Paraguay y un 11,7% para Perú. En tanto, los envíos de dinero por parte de migrantes desde la región bajaron un 20%. Para 2021 y 2022 las perspectivas para Latinoamérica son positivas y se espera un alza de 4,9% y 4% respectivamente de los envíos de dinero. En tanto, globalmente el Banco espera un aumento de 2,6% en 2021 a 553.000 millones de dólares y un incremento de 2,2% en 2022 hasta alcanzar los 565.000 millones de dólares.
El caso latinoamericano
Los envíos hacia América Latina – una región que en 2020 registró una contracción del PIB de 7% – mostraron una excepcional fortaleza con un incremento de 6,5% a 103.000 millones de dólares. “Los flujos de remesas han mantenido más resiliencia en Latinoamérica en comparación a otras regiones del mundo y en relación a muchos otros tipos de flujos de recursos como la inversión extranjera directa”, indicó el Banco.
Dilip Ratha, el principal economista del Banco Mundial experto en Migración y Remesas, explicó a la AFP que el desempeño de las remesas enviadas a Latinoamérica fue una “sorpresa”. “Parece como que no hubiera habido crisis”, indicó el experto que cree que estos flujos tuvieron un efecto “contracíclico”. Ratha señaló que sin estas ayudas los niveles de pobreza habrían sido aún peores, al igual que la inseguridad alimentaria en países como Honduras o Nicaragua. El economista destacó que esta fortaleza también permitió financiar gasto en salud de las familias, algo fundamental en medio de una crisis como la pandemia.