Una joven paraguaya fue asesinada en el puerto Quijarro, una localidad en la frontera entre Bolivia y Brasil. Su cadáver, que ya presentaba signos de descomposición, fue descubierto después de diez días y reconocido por sus tatuajes.
La víctima, identificada como Dalmy Nadine Gonzáles Valenzuela, se encontraba en situación de calle y había llegado a Bolivia en busca de mejores oportunidades. Sus padres no habían tenido noticias de ella durante el último año, ya que no había mantenido contacto.
La identificación fue posible gracias a los tatuajes que sus familiares habían mencionado, los cuales estaban en sus piernas y otras áreas del cuerpo.
Hasta ahora, no se ha detenido a ningún sospechoso del crimen, y las autoridades bolivianas continúan con las investigaciones. Los padres de Dalmy, que enfrentan dificultades económicas, han comenzado los trámites para repatriar sus restos a Paraguay.