Los número de muertes en Brasil por la enfermedad COVID-19 son abrumadores, ayer ya superó los 100.000 fallecidos. La cifra sigue subiendo sin control, en medio de la reapertura masiva de tiendas y restaurantes, pese a que la pandemia aún no ha alcanzado su máximo nivel en el país.
Brasil se enfrenta a su brote más letal, el virus tardó tres meses en matar a 50.000 personas, y solo 50 días para matar a las siguientes 50.000. “Deberíamos vivir en un estado de desesperación, porque esta es una tragedia como una guerra mundial. Pero Brasil está bajo anestesia colectiva”, dijo el doctor José Davi Urbaez, miembro de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas.
Él y otros expertos en salud pública han criticado que Brasil aún no tenga un plan coordinado para combatir la pandemia, mientras muchos dirigentes se centran en la “reapertura”, que probablemente aumente la circulación y empeore el brote.
El ministerio de Salud reportó el sábado 49.970 nuevos casos confirmados y 905 muertes en las últimas 24 horas, elevando el número de casos a más de 3 millones y el saldo de muertos a 100.477.
La Corte Suprema y el Congreso de Brasil, instituciones que han criticado el manejo de la pandemia por parte de Bolsonaro, respectivamente declararon tres y cuatro días de duelo nacional por los 100.000 muertos. El presidente no hizo comentarios públicos.
“No sabemos dónde se detendrá, tal vez en 150.000 o 200.000 muertes. Solo el tiempo mostrará el impacto total del virus aquí”, dijo Alexandre Naime, jefe del departamento de enfermedades infecciosas de la Universidad Estatal de Sao Paulo.
Naime dice que la situación solo es comparable a las enfermedades traídas por los colonizadores, como la viruela, que diezmaron las poblaciones indígenas cuando los europeos llegaron por primera vez a las Américas.