El Papa Francisco encabezó el Via Crucis del Viernes Santo en la Plaza San Pedro, sin visitar el Coliseo de Roma por cuestiones sanitarias y por la crisis generada por el coronavirus.
El Pontífice estuvo acompañado por un grupo de cinco detenidos de una prisión de Padua y por cinco médicos y enfermeros del Vaticano. Desde 1964, el Vía Crucis en presencia del Papa tenía lugar con miles de fieles en torno al anfiteatro romano del Coliseo, espléndidamente iluminado.
La ceremonia contó con las meditaciones y oraciones propuestas por la capellanía del Centro Penitenciario ‘Due Palazzi’ de Padua.
Con el Papa Francisco a la cabeza, recorrieron las 14 estaciones del Via Crucis a lo largo de la columnata, alrededor del obelisco y finalmente a lo largo del camino que lleva al patio de la iglesia. Hubo dos grupos de portadores de la cruz, todos detenidos de la prisión de Due Palazzi en Padua.
En Roma, el Vía Crucis alumbrado con antorchas en el Coliseo es uno de los momentos destacados de la Semana Santa y atrae a grandes grupos de peregrinos, turistas y locales. Por eso, la ceremonia sin fieles de este año fue atípica. Italia lucha contra uno de los peores brotes de Covid-19 en el mundo. La cifra de muertos casi alcanza los 20 mil y hay más de 140 mil personas contagiadas.