Desde hace más de tres años, mientras cumple una condena en el Centro de Rehabilitación Social (CERESO) de Encarnación, Ezequiel (27) descubrió que tenía un talento para elaborar piezas en cuero y asumió el control de un taller dentro de la penitenciaría, donde logró ganar fama local y proveer a grandes empresas.
“Nunca consumí drogas, pero me tentó el dinero fácil y tomé una mala decisión. Aun soy joven y estoy tratando de mirar adelante y recuperar lo que perdí”, confiesa Ezequiel o “Bomba” como le apodan. Por la venta de estupefacientes lleva cuatro años tras rejas de los once que le dieron de sentencia.
Con una infancia difícil, creció en San Rafael del Paraná (Itapúa), con su madre y dos hermanos porque su padre dejó la casa; entonces, le tocó trabajar como técnico en mecanización agrícola entre Asunción y Encarnación.
Una vez dentro de la penitenciaría, “Bomba” buscó ocuparse para hacer sus días más cortos. Concluyó la secundaria y se tituló de Operador en Computación y Secretariado Ejecutivo con cursos brindados por el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP), en el marco de un convenio con el MJ para brindar capacitación a las personas privadas de libertad.
Enterado de un compañero suyo que forraba termos, se aproximó de aprendiz y empezó en la costura. En un principio eran sesiones de pocas horas, pero al año ya tenía asumido el control de su taller y logró expandirse con contrataciones exigentes de particulares y empresas públicas, privadas, nacionales e internacionales, con volúmenes de entre 150 y 400 unidades de termos forrados con guampas y porta-termos. Así, registró su propia marca “Luján Creaciones”.
En este momento, gracias a la dirección del penal y la ayuda de personas que se encuentran fuera comercializa sus productos. Su trabajo le está significando un rédito con el que logra sustentar a su esposa e hija. Los termos de Ezequiel pueden encontrarse en la web de Latente.