Los lugares cerrados se han transformado en puntos críticos para la porpagación de la enfermedad. Con datos verificados, la ciencia ofrece razones por las cuales ir a un bar puede ser realmente peligroso.
Cuando se bebe, es más probable que uno se olvide del virus y de las normas de distanciamiento social. “El alcohol disminuye la inhibición y nubla el juicio y, cuando se pone música a todo volumen en un bar o club nocturno, terminamos acercándonos más a otras personas”, explica el Robert Glatter, médico del Hospital Lenox Hill de Nueva York, a USA Today.
Este fenómeno puede verse mediante dos métodos relacionados de visualización de flujos de aire, conocidos como Schlieren y la fotografía de sombras. El estudio utilizó ambos métodos para mostrar cómo la respiración, el habla, la risa, el canto, la tos y los estornudos pueden transportar el aire (y cualquier virus que contenga) a otras personas a una distancia de 1 metro.
“Este estudio se llevó a cabo originalmente entre 2010 y 2012, después de la pandemia de gripe de 2009, pero ahora ha desarrollado una nueva relevancia por la actual pandemia COVID-19”, dice Julian W. Tang, profesor de la Universidad de Leicester en el Reino Unido, quien llevó a cabo un estudio sobre la gripe pospandémica.
Tang explicó que, en ausencia de una ventilación efectiva, el virus puede llenar un bar en cuestión de pocas pocas horas. Es imposible beber algo mientras se lleva una mascarilla. Sin una vigilancia estrecha para llevar máscaras y practicar el distanciamiento social, los bares son ciertamente un lugar propicio para la transmisión del virus.